
Ahora que el tiempo ha pasado, aunque a sus víctimas les parezca que fue ayer, quiero que se recuerde un hecho tan importe como fue la violación de más de treinta mujeres en El Batán. No quiero añadir ningún comentario a los textos que los diferentes periódicos de la época hicieron de los acontecimientos.
Algunas notarán que hay cosas que no cambian con el tiempo, otra que las cosas han cambiado mucho, pero la realidad es esta: En España se siguen denunciando 1.200 violaciones al año, si consideramos que la más de la mitad no se denuncian el número podría superar las 2.000 violaciones.
Os presentaré al personaje que por sentencia firme violó a quince mujeres. Se trata de José Luis Daponte Ríos, natural en Villagarcía de Arosa nacido el 15 de diciembre de 1962.
Vivía con sus padres en Madrid en la calle Villamanín 11 bajo. Señalo que ya los padres no viven en Madrid por eso pongo el domicilio.
Antes de su detención en 1981 ya en El Batán existía miedo porque los vecinos ya estaban al tanto de algunas de las violaciones. En la prensa sin embargo no se reflejó la noticia hasta su detención el 10 de enero de 1981, entonces supimos el verdadero alcance de este violador.
Titular de prensa del sábado 10 de enero de 1981.
El «violador de El Batán» forzó a 30 chicas en un año.
«Si, como ha ocurrido en otras ocasiones, el violador queda en la calle en pocos días, los padres nos tomaremos la justicia por nuestra mano».
Con estas palabras se manifestó ayer Jesús Lillo, padre de una de las treinta chicas violadas en el barrio de El Batán, durante una conferencia de Prensa convocada tras conocer la detención del presunto violador, José Luis Daponte Ríos, quien durante el pasado año ha tenido en continua tensión a todas las chicas de la zona. Hasta ayer, había sido identificado por siete de sus víctimas. José Luis Daponte fue detenido en un callejón próximo a la céntrica calle de Serrano, cuando a las diez de la noche intentaba abusar sexualmente de una joven de veintitrés años. Ambos estaban totalmente desnudos y fueron descubiertos gracias a una mujer que vio de lejos la escena y avisó a la policía.
El detenido -vendedor ambulante de dieciocho años, 1,60 metros de estatura, delgado, ojos claros y aspecto de macarra-, domiciliado a escasos metros de la Asociación de Vecinos del barrio, confesaría después a la policía ser el autor de treinta delitos de violación.
«Yo lo que pido es que no le juzguen como si fuera un enfermo porque alguien que es capaz de cometer tantos delitos sin ser descubierto y llevar a la vez una vida normal es que es un jeta, un tipo más listo de lo que ahora puede decir sus abogados», manifestó una de las víctimas del violador, una chica de veintitrés años, profesora de EGB, morena, como la mayoría de las afectadas.
Una segunda víctima -de diecisiete años, estudiante de COU y muy guapa-, explicó que desde que denunciaron sus casos en la comisaría -cosa que han hecho dieciocho mujeres- la policía las llamó en diferentes ocasiones para ver fotografías.


Siempre la misma actitud
Las dos mujeres, que insisten en no dar su nombre, explican que la actitud del violador era siempre la misma.
A lo largo de su año de actuación en la zona de El Batán, acechaba a sus víctimas en las proximidades de los seis túneles que unen a los barrios de la zona con la Casa de Campo, y por los que hay que pasar para llegar al apeadero del suburbano. La hora era elegida en función de que hubiera poco tránsito de personas por los túneles y descampados.
«Siempre, al menos en todos los casos que conocemos», explican las dos chicas, «ha actuado cuando íbamos solas. Sacaba un arma blanca (cuchillo, generalmente) para asustar, porque en ningún caso hirió a nadie. A mí me pedía que le abrazara como si fuéramos novios», sigue una de ellas, «y si lloraba, gritaba o hablaba me decía que me callara y, que tenía que disfrutar tanto como él.»
Otra mujer joven, presente en la conferencia de Prensa, explicó que ella había ido a identificar al detenido -la policía había pedido colaboración en una nota y daba garantías de que las que acudieran no serían vistas por el detenido-, pero añadió que éste no era el que la intentó forzar a ella (sin éxito, porque se pudo defender con un spray).
«Hay algunos casos más cometidos por otro individuo; por eso tiene que continuar la vigilancia policial».
El 9 de agosto de 1983 es puesto en libertad.
La puesta en libertad sin fianza de José Luis Daponte, de 21 años, conocido como el violador de El Batán, ha desencadenado indignación en los barrios próximos a la Casa de Campo y la protesta de varias de sus víctimas. La acusación particular no tuvo conocimiento de que el presunto delincuente se encontraba ya libre hasta que le fue remitido el sumario para su calificación provisional, un mes después.
El procesado, para quien el fiscal de la Audiencia Provincial de Madrid solicitó una pena de 205 años de reclusión como autor de 15 presuntos delitos, fue puesto en libertad el pasado mes de agosto por aplicación de la ley de Enjuiciamiento Criminal. Llevaba en prisión preventiva, a la espera de juicio, más de 30 meses.
Daponte, que trabajaba como botones, fue detenido el 7 de enero de 1981 cuando presuntamente intentaba violar a una joven de 23 años cuyo nombre, corresponde a las iniciales C. C. A. La llevó a un pasadizo oscuro próximo a la Embajada de Estados Unidos. Allí fueron descubiertos por una mujer y por los vigilantes de la embajada a los que había avisado para que la acompañaran.
Según el escrito del fiscal, las 15 víctimas han reconocido al procesado como autor de los hechos.
Daponte acechaba a las jóvenes con un cuchillo, en las proximidades de los seis túneles que unen los barrios de la zona de El Batán con la Casa de Campo.
Una joven cuyas iniciales son F. P. tenía 23 años cuando fue violada por Daponte. Volvía a su casa a las once de la noche y se encontró en un pasadizo con un joven que venía de frente.
«Abrázame como si fuéramos novios»
«Cuando estaba a menos de un metro», recuerda, «sacó un cuchillo y me dijo que le entregara el dinero. Estaba abriendo el bolso, para entregarle los 20 duros que llevaba, cuando se me echó encima y me puso el cuchillo en el costado. Abrázame como si fuéramos novios y no intentes hacer nada; si no, te mato’. Me dijo todo eso mientras me llevaba a un, descampado. Sentía la presión del cuchillo y estaba aterrorizada.
El asco físico y la impotencia me hacían llorar continuamente. No sé cuánto duró, pero sólo pensé que quería vivir. Cuando había acabado, y mientras se vestía, me amenazó. Sí decía algo de, lo que había sucedido, mandaría que me buscaran el Torete y el Carlete, para que me dejaran guapa».
Poco después, a C. F. P. le acompañaba su cuñado para poner la denuncia en la comisaría de la calle de Leganitos. «Uno de los agentes gritó cuando entramos:
«Oye, que aquí hay una que dice que la han violado»
El policía que nos atendió después fue bastante correcto.
Interrogatorio «morboso»
No tuvo mejor suerte cuando acudió a ratificar la denuncia en el juzgado de guardia.
«El funcionario», dice C. F. P., quería que hiciera una descripción totalmente morbosa de los hechos. Luego, cuando leí las diligencias policiales, sentí asco. En el interrogatorio, un policía preguntaba al acusado: ¿Cuánto tiempo tardaba en follar o realizar el acto sexual con la tía?’. Lo que más daño hace, después de todo, es el escarnio y la falta de respeto».
Ahora, tres años después, aún quedan secuelas. C. F. P. tiene miedo cada vez que anda sola por la calle. «Siempre voy pendiente de todo el que pasa. Vuelvo la cabeza continuamente y me pongo paranoica a la primera de cambio. Yo, sin embargo, he tenido suerte. Una chica del barrio a la que le ocurrió lo mismo no se atreve a salir sola de casa y vive en un estado de terror permanente».
C. F. P. y dos jóvenes más de El Batán, a las que Daponte forzó, llamaron inmediatamente a su abogada cuando por el barrio empezaron a correr rumores sobre la liberación del violador. «¡Es intolerable y deprimente! Ese hombre es un sádico y no puede estar en la calle», afirman. «¡Que le metan en un psiquiátrico o en la cárcel!, pero en la calle. nunca».
Cuando estuvo en la cárcel de Carabanchel los presos le mismos hicieron la vida imposible. En su, código la violación no se admite.
La acusación particular de seis de las 15 mujeres violadas, al enterarse de la puesta en libertad del procesado, envió un. escrito de protesta al Consejo del Poder Judicial y al ministro de Justicia, por considerar, que «es un individuo peligroso que presumiblemente seguirá violando».
En el sumario, el médico forense considera al procesado como una persona «coherente y lúcida, con una personalidad global perversa. Su sexualidad es Inmadura e infantilizada, por lo que precisa de la agresión para autoafirmarse a sí mismo de sus grandes sentimientos de castración». Después de violar a las víctimas, añade el forense, «se quedaba con alguna de sus prendas interiores, para restregarse con ellas o masturbarse».
El informe del forense concluye que el procesado es una persona jurídicamente responsable.
Por otro lado, Ermelinda Ríos, madre de José Luis Daponte, asegura que su hijo se encuentra en la actualidad fuera de Madrid, trabajando honradamente en la empresa de unos familiares».
Sobre el estado de salud de Daponte, su madre manifestó que siempre había sido muy nervioso. «Nunca fue un niño sano. Mi hijo no tiene por qué estar en la cárcel. Tiene que estar en un hospital porque está enfermo». Ermelinda Ríos asegura que Daponte «ni ha violado a nadie ni ha robado. Hoy en día son las mujeres las que provocan a los hombres».
Sentencia: Mates 3 de julio de 1984.
No considero oportuno el poner aquí textualmente los detalles de la sentencia ya que pudiera hacer daño a alguna de las víctimas.
José Luis Daponte Ríos, alias El violador de El Batán, ha sido condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a un total de 60 años de prisión como autor de nueve delitos de violación, siete consumados y dos en grado de tentativa, cuatro delitos de abusos deshonestos y siete de robo con intimidación.
Las penas no han sido más elevadas debido a que la mayoría de los delitos los cometió Daponte siendo menor de 18 años. El condenado sólo cumplirá 18 años de cárcel, por la limitación del artículo 70 del Código Penal, según el cual tiene que cumplir el triple de la pena más elevada, que son seis años y un día.
Daponte deberá además abonar un millón de pesetas a cada una de las ofendidas por la violación, y 500.000 pesetas por los abusos deshonestos. El fiscal solicitó penas que totalizaban 205 años de prisión, pero algunas de las acusaciones no han podido ser probadas. El violador de El Batán -conocido por ese sobrenombre debido a que actuaba principalmente en los túneles existentes en el barrio madrileño de El Batán.
Juzguen ustedes:
Cuatro años después José Luis salió de la cárcel y volvió a su pueblo Villagarcía de Arosa, allí se puso a trabajar de taxista con su padre ya que la familia tubo que abandonar El Batán como consecuencia de las violaciones de José Luis. En la cárcel empezó a jugar al futbol y una vez en la calle en 1989 entró en el equipo de futbol del pueblo C.D. Portas como interior derecho.
En la actualidad es entrenador del Atlético San Miguel de Pontevedra.
Tiene formada una familia con hijos. No hay constancia de que haya vuelto a delinquir.
La sentencia no ha recogido la petición de las acusaciones particulares según las cuales obligar a la víctima al coito anal constituye también violación. Las acusaciones sostenían que la jurisprudencia progresa lentamente y que después de aprobada la Constitución ese tipo de coito constituye delito de violación y no de abusos deshonestos, porque el bien jurídico protegido no es el virgo, sino la libertad de la persona.
El tribunal no entra en consideraciones sobre la cuestión y estima violación «todos los casos en que hubo yacimiento o introducción de órgano masculino en femenino ( … ), sin que pueda admitirse la existencia de este delito sin la cópula o ayuntamiento de estos órganos». Según la sentencia, Daponte tiene un coeficiente intelectual de 92, «dentro de la normalidad que comprende el margen de 90 a 110, y que se traduce en que el impulso sexual que se alega no le empuja a violentar a su novia, que se negaba a realizar el acto sexual, según propia confesión del procesado».
La sentencia declara probado que José Luis Daponte, nacido en Villagarcía de Arosa el 15 de diciembre de 1962, esgrimía un arma blanca con la que amenazaba de muerte a sus víctimas. Entre febrero de 1980 y enero de 1981, fecha en que fue detenido, violó a siete jóvenes, tres de las cuales fueron penetradas además por el ano. Otras cuatro violaciones fueron interrumpidas por la llegada de otros transeúntes, y, en uno de los casos, Daponte, ante el llanto y los ruegos de la víctima, accedió a sólo masturbarse en su presencia.
En una de las ocasiones, debido a la dificultad en la penetración por el nerviosismo de la joven, le introdujo un tubo similar a las fundas de los habanos y posteriormente realizó el acto sexual. Daponte además robaba a las jóvenes tras violarlas. Las ofendidas han reconocido a Daponte como autor de los hechos. Dos de las violadas negaron que el procesado fuera autor de actos similares cometidos contra ellas.
* Este articulo apareció en la edición impresa del miércoles, 4 de julio de 1984
Mi intención es reflejar como se veía entonces, año 1981, la violación y el trato denigrante que sufrían las víctimas por parte de la policía y los jueces y como se ve ahora.