La enseñanza que hoy disfrutamos, hubo un tiempo en que era un bien escaso, destinado a lo que podían pagarla. No existía entonces un interés por la escuela pública.

Tuvieron que tomar la iniciativa personas sensibles al problema del analfabetismo. Personas que daban su tiempo a una labor que le correspondía al gobierno.
A pesar de la buenas intenciones de algunos vecinos a ceder terrenos para la construcción de escuelas, así lo hizo Pedro Atienza Fernández ya en 1930, el Ayuntamiento le contestó que no había dinero para construir el edificio de la escuela.
Un año después con la II República en 1931 se tendría en cuenta su oferta, y se construyó el Colegio Pedro Atienza en la Calle del Dante.
Y no solamente se escatimaban recursos a la enseñanza, sino que el propio Ayuntamiento de Madrid dificultaba la apertura de escuelas en su demarcación, poniendo condiciones inasumibles, que sólo algunas órdenes religiosas podían cumplir.
Con este panorama, los habitantes de la clase obrera de la zona de Huerta Castañeda, contrataron a la maestra Doña Rafaela García y abrieron una escuela en Carabanchel Bajo. Lo hicieron utilizando la abandonada iglesia de San Miguel de Aluche, que en tiempos fuera de los Castañeda.
Se utilizó la parte que aún se mantenía en pie de lo que fuera el convento.
Y se dio la circunstancia de que esta ermita estaba partida por la línea divisoria de los términos de Carabanchel Bajo y Madrid.
Decidieron entonces utilizar una ventana que daba a Carabanchel para hacer la entrada y así evitar los problemas que ponía Madrid a la apertura de una escuela, frente a las facilidades que daba Carabanchel.
Se abrió la escuela hacia la calle Pascual Rodríguez.

Eran los propios obreros los que pagaban a la maestra.
Nada más abrir se llenó la escuela con más de ochenta niños.
A ellos se apuntarían después muchos padres que también querían aprender a leer y escribir.
Era el año 1926 y los niños eran, en su mayoría, hijos de los tejeros de este lugar que ahora habitamos nosotros.
Después se abrió otra escuela «cristiana» en la calle de Pascual Rodríguez a cargo de Doña Cayetana que era solo para «niños».
La cosa no era insólita ya que los vecinos del Barrio del Lucero en 1931 ya aportaron dinero para la compra de un terreno que ofrecieron al Ayuntamiento de Carabanchel Bajo para que construyera la primera escuela.
Y así se hizo bajo la presidencia de Leandro Teresa, alcalde de Carabanchel Bajo de 1924 a 1930, que impulsó su construcción. Contaba con clases de párvulos y dos clases de mayores, una de niñas y otra de niños.
La carencia de escuelas de las zonas periféricas llevaba a personas con alguna «formación» a recoger a los niños en su casa y enseñarles las primeras letras mientras sus padres trabajaban.
Los niños debían llevar una silla y cincuenta céntimos o una peseta para entrar en clase.

Estas escuelas no tenían nombre ni estaban autorizadas.
Se las llamaba generalmente por el nombre de las maestras: La Escuela de Doña Juanita, la Escuela de Doña Pilar, la Escuela de Doña Rosario.

Tuvo que llegar la II República para crear colegios públicos en la zona: como el Joaquín Dicenta inaugurado el 14 de abril de 1933 (en honor de dramaturgo aragonés Joaquín Dicenta y Benedicto (1863-1917) (luego en la época franquista fue llamado Joaquín García Morato, por el famoso aviador).

Colegio que aún existe entre las calles Vicente Camarón y el paseo de los Olivos, colegio que en su inauguración fue mixto para 450 alumnos.

Pero ese colegio nos queda lejos de nuestra área. En El Batán y por la misma época, año 1932, un maestro encuadernador y tesorero de la Sociedad Coral España llamado Pedro Atienza Fernández dona al Ayuntamiento de Madrid unos terrenos en la calle del Dante para que se construya un grupo escolar.

Dos años después, concretamente el 24 de noviembre de 1934 empiezan las obras. El presupuesto es de de 126.791 pesetas, sin tener en cuenta el mobiliario. El día 14 de abril (como era habitual conmemorando la proclamación de la II República) de 1936 el recién nombrado Presidente de la República Diego Martínez Barrio encabeza la inauguración de nueve nuevos grupos escolares en Madrid, el segundo de los que inaugura es el Grupo Escolar Unificado Pedro Atienza, en realidad el centro escolar ya llevaba unos meses de labor educativa aunque con apenas mobiliario. El centro escolar constaba de dos secciones para cien niños, con despacho para el director, ropero y servicios auxiliares.
Como portero del colegio entra el señor Llorente (como se le conocía), así lo recuerda su hija María Luisa Llorente, vecina del barrio que antes de morir me contó aquellos momentos.
Pero desgraciadamente y por la fecha de inauguración, poco duró su misión educativa. Unos meses después, así me lo dijo María Luisa, fue abandonado a toda prisa por ella y su familia, apenas se llevaron lo puesto, al penetrar las tropas rebeldes de Franco por la carretera de Extremadura para tomar Madrid.
El colegio resultó gravemente dañado por los combates que se dieron en esa zona.

Cuando en los años sesenta del siglo pasado empiezan a edificarse la zona, muchas de las familias recuren a colegios de menos estamento, como fueron el Colegio Pando en el año 1958 que estaba en un piso de la Plaza de los Franciscanos en la colonia Nuestra Señora del Rosario o el Colegio Martín Varés fundado en el año 1963 por Ángel Maestro Riaño. Se instala en los bajos de la calle Villamanín 4, en la colonia del Montepío en su I fase. Era un colegio mixto, aunque estaban separados niños y niñas.

El colegio Séneca en la calle Villasandino, el colegio la Paz en los bajos del edificio de los guardias civiles. El colegio Argentina que estuvo en la plazoleta detrás del mercado y luego pasó a la calle Cebreros donde hoy está la biblioteca de Cebreros.
Como vemos hubo gran cantidad de colegios pero de reducido tamaño para una zona que empezaba a llenarse de niños.
Afortunadamente El Batán siempre contó con colegios suficientes.