José Pérez de Barradas

José Pérez de Barradas Álvarez de Eulate​ nació en Cádiz en 1897.

En el año 1918 un joven Pérez de Barradas, junto a los prehistoriadores Hugo Obermaier y Paul Wernert, inició sus trabajos de exploración y estudio de la prehistoria del río Manzanares. Se inauguraba así uno de los periodos más fructíferos en la investigación arqueológica de la capital de España con más de ciento veinte yacimientos descubiertos y estudiados, en un territorio que va desde el pueblo de El Pardo hasta el de Perales del Río, ámbito arqueológico conocido como Las Terrazas del Manzanares.

El 25 de noviembre de 1993 el área fue declarada Bien de Interés Cultural, en la categoría de zona arqueológica.

José Pérez de Barradas

A los paleontólogos no les pasó desapercibido ningún movimiento de tierras en las afueras de Madrid.

José Perez de Barradas visitó en múltiples ocasiones estos lugares de El Batán, en ellos descubrió restos prehistóricos y romanos.

Sus visitas cesaron un día en que discutió con Modesto Jiménez Gómez un trabajador del tejar del Chapa que llamó señorito a Pérez de Barradas por su forma de vestir y este a punto estuvo de llegar a las manos. A partir de aquel incidente fue José Viloria el encargado de visitar los tejares del Batán.

De su hallazgos dejó constancia, aunque la mayoría de ellos se han perdido, podemos leer su acertado conocimiento, en todos los aspectos de esta zona y la Casa de Campo.

Lógicamente trabajos en los que le ayudó José Viloria Rosado que era como su ayudante.

José Pérez de Barradas era el arqueólogo oficial del Ayuntamiento de Madrid

En 2019 se realizó en la Casa de Campo un excavación arqueológica de una presunta Villa Romana.

Villa que ya había descubierto José Viloria en 1934 y que dio a conocer a Pérez de Barradas.

Como promotor de estas excavaciones tuve la suerte de estar en todo el proceso.

Javier con el detector de metales en el lugar donde se encontraba el lápiz

Cuando ya estaba finalizada la excavación tuvimos un hallazgo que ahora os contaré.

Antes de tapar la excavación bajé a las profundidades de la zanja y surgió un objeto metálico que a simple vista identifiqué como munición de la guerra. Aunque era un nivel romano, pensé que alguien involuntariamente lo había lanzado desde otra parte de la excavación o de los escombros que jalonaban la zanja.

Para no contaminar lo que había recogido, tiré la vaina fuera de la zanja. Al salir la recuperé metiéndola en mi bolsillo y así quedó la cosa.

Cuando llegué a casa y puse sobre la mesa lo objetos del bolsillo, me di cuenta que aquello que habíamos supuesto como una vaina sin bala de la guerra civil, no era tal, sino un lápiz metálico que al limpiarlo de la tierra que tenía pegada pude comprobar que incluso conservaba la mina azulada en su punta.

Pérez de Barradas tomando nota con su lápiz y su cuaderno

¿Qué hacía ahí, en una excavación romana un lápiz como este?

Alguien de los que anteriormente había excavado este yacimiento debía haberlo perdido.

Se trataba del lápiz que habéis visto al lado de ese cuaderno que perteneció a José Perez de Barradas y que podéis ver en el Museo de los Orígenes.

José Pérez de Barradas en 1942